No hace ni una semana que se presentó el díptico oficial de Pingüinos 2015, con el dibujo de la nueva sede, y de repente todo ha cambiado. Los recursos de Ecologistas enAcción y la asociación Ciudad Sostenible en el Ayuntamiento, y una denuncia ante la Fiscalía hacen inviable la celebración de Pingüinos tal y como estaba prevista. Ayer se produjo un último intento por parte de la concejala de Turismo, Mercedes Cantalapiedra, en una reunión con los representantes de estas organizaciones, pero no hubo forma de reconducir la situación.
El asunto legal es complejo en parte. Por un lado, se han producido ya dos sentencias en las que se declaran ilegales las concentraciones celebradas en la sede de Puente Duero en 2010 y 2011. Ecologistas en Acción considera que en esas sentencias se explica que el Pinar de Antequera es una zona especialmente protegida, y que la celebración de la concentración motera es incompatible con la defensa de la flora y la fauna. La clave está en que, según la organización verde, la sentencia se aplica a todo el Pinar de Antequera, incluido el espacio anexo a la antigua Hípica militar, una zona de pinar donde Turismoto había previsto ubicar a quienes deseen acampar durante la cita.
«Seguiremos adelante con las denuncias si persisten en celebrar la concentración en el Pinar de Antequera», explicó días atrás Miguel Ángel Ceballos, de Ecologistas, en Onda Cero. En caso de que los tribunales volvieran a dar la razón a esta asociación, el Ayuntamiento podría incurrir en un delito de prevaricación si autoriza la concentración.
Y es que nadie se fía ya de nada llegados a este punto.Meses atrás, el director general de Medio Ambiente de la Junta, José Ángel Arranz, aseguraba que la ubicación elegida para futura sede de Pingüinos cumplía «todos los requisitos de legalidad». Sus técnicos han estudiado la zona, la han visitado incluso con miembros de Turismoto y del Ayuntamiento, y han escudriñado los aspectos legales buscando el recoveco que permita desarrollar allí la concentración. Todo parecía perfecto hasta la semana pasada.
Entonces, Mariano Parellada, presidente del motoclub organizador, Turismoto, pidió al Ayuntamiento que firmara la autorización para la concentración cuanto antes «para despejar todas las dudas sobre su legalidad». Normalmente, el Ayuntamiento siempre ha esperado al último momento para firmar los permisos. Ha sido así durante las seis ediciones de Puente Duero. Sin embargo, esta vez se hacía necesario ese paso firme.
Y ahí es donde entran en juego los recursos de Ecologistas y Ciudad Sostenible y la denuncia ante la Fiscalía. Los técnicos del Ayuntamiento no pueden firmar una autorización que puede desembocar en una condena por prevaricación.
Y sin obras
Para rematarlo todo, las obras que se debían realizar para acondicionar la nueva sede, como llevar la luz y el agua hasta allí, aún no se han iniciado.El Ayuntamiento ha ido superando plazos en el pleno y en la junta de gobierno, y ha aprobado una partida de 600.000 euros para esas obras. Incluso ha sopesado la idea de convertir aquellas treinta hectáreas de terreno en un espacio multifuncional capaz de acoger durante el año otro tipo de eventos, como concentraciones de ‘tuning’ o de bicicletas (como Chicharras) o caravanas, e incluso conciertos.</p><p>Todo eso, como la edición número 34 de Pingüinos, está ahora mismo en el aire. Mientras no se sepa con certeza absoluta que la sede de la Hípica cumple con la legalidad, no habrá posibilidad de que Pingüinos se celebre en esa ubicación.
Beneficios millonarios
Lo que dejaban los moteros en Valladolid, unos cuatro millones de euros en ingresos directos, según las estimaciones de un estudio encargado en 2013 por el Ayuntamiento de Valladolid, se evaporará si no hay evento. Restaurantes, hoteles y comercios serán los más perjudicados por la más que posible suspensión de Pingüinos 2015. Y es que las características de estos visitantes son peculiares. Para empezar, a pesar de que en un momento dado algún loco de las dos ruedas pueda acudir en Vespino, como es el caso de los cántabros de Motorock, no es lo más habitual. El motero que se desplaza hasta Valladolid en pleno mes de enero responde a un patrón socioeconómico muy goloso. Motos de alta gama, como BMW, Goldwing o custom de gran cilindrada, copan los aparcamientos de la zona de acampada. Son monturas caras, como caro es el equipamiento que se necesita para llegar a Valladolid en enero sin sufrir congelaciones en los dedos de las manos.